Hace algún tiempo estuve
conversando con un joven que me decía que porque los adultos creen que lo saben
todo y que muchas veces no quieren escuchar a un joven basándose en su
“experiencia de vida” y que a él esto lo deprimía y no le permitía seguir
esforzándose en ser una mejor persona. Al inicio me costó hacerle entender que
no se trataba de un camino fácil el lograr hacer entender a un adulto que los
jóvenes también pueden caminar por el camino correcto con la ayuda de ellos y
que como joven él podría dar ejemplo de
una vida correcta y ser también guía para un adulto.
Cuando Pablo le escribe a
Timoteo (1 Tim 4, 12) le dice: “Que
nadie menosprecie tu juventud”, siendo este un claro llamado de atención
para los adultos a respetar a los jóvenes y más bien tratar de ser amigos y
compañeros en esta etapa de constantes cambios y montañas rusas de emociones
que pueden llegar a ser muy confusas y difíciles de sobrellevar si en vez de
tener una amigo se tiene a un desconocido alado de uno.
Y la instrucción que da
Pablo a Timoteo es bastante clara, le dice: “Procura en cambio, ser para los creyentes modelo de la palabra, en el
comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza”. Ese es el llamado
que tienen nuestros jóvenes hoy en día, a ser ejemplo de vida, a ser verdaderos
mensajeros de la Buena Nueva de Dios, a ser SANTOS y mártires en nombre de
nuestro Señor Jesucristo.
En nuestra comunidad hay muy
buenos ejemplos de jóvenes que luchan por ser mejores en el colegio, por ser
buenos hijos y por llevar a otros jóvenes al camino de Dios. Muchos de estos
jóvenes han sido un medio de cuestionamiento para sus padres y los padres han
terminado preguntándose qué ha pasado con sus hijos que ahora tratan de vivir
como Dios manda.
Muchos jóvenes están muertos en vida y el
mensaje de Jesús es claro y sencillo, “Joven, Yo te lo ordeno, levántate”. Y esa es la responsabilidad que tenemos
todos, el ayudar a la juventud a levantarse y seguir caminando. Tenemos que recordar que los ahora jóvenes
serán los futuros adultos y que si no se forman en esta etapa de sus vidas será
mucho más difícil y doloroso el proceso de formación cuando sean adultos.
Algo importante como
católicos que somos es el vivir LA NUEVA EVANGELIZACION y parte de esta es
convertir a la familia en un lugar de profunda evangelización ya que en el
mejor lugar en el que se pueden forjar jóvenes de bien, es en la familia.
Nuestra Iglesia celebra el
año de la fe y este es un llamado a recobrar nuestra identidad como cristianos
para darle un renovado impulso y a retomar nuestra amistad con Cristo que nos
da la vida en plenitud.
Su hermano, en Cristo Jesús.